sábado, 2 de julio de 2011

Pesadilla.

 Menos mal que sólo fue un sueño.
 Se alejaba de mí. <<No podré soportarlo>>, pensé, <debo ir a buscarlo>>. Eché a correr, grité su nombre, pero estaba demasiado lejos para oírme. Me dolían las piernas, me sangraban los pies, se me resquebrajaba el alma. El agotamiento trataba de acabar conmigo. No quería rendirme tan fácilmente. Comencé a quedarme sin voz; tropezaba cada dos por tres, me fallaban las piernas. Mi corazón se agotaba, se quedaba sin fuerzas para seguir bombeando sangre al resto del cuerpo. Caí al suelo. Traté de alcanzarle con los brazos, pero ni siquiera podía moverlos. Me quedé allí tendida, viendo cómo se perdía en el horizonte sin girar su cabeza ni una sola vez. Mi vista se nubló y, de pronto, desperté. Suerte que sólo fue un sueño.






Nyx.

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