domingo, 4 de agosto de 2013

Recuerdos de días pasados.


Estaba deprimida, muy muy deprimida.
Estaba tumbada en la cama, escuchando una de esas canciones que te hacen sentirlas de verdad, de las que llegan al corazón, de las que hacen que se te estremezca la piel cuando las escuchas.
Vi la cámara, que parecía estar llamándome y, claro, no iba a hacerle el feo de ignorarla. Así pues, abrí el armario, cogí mis pantalones largos, anchos y malditamente desgastados, mis zapatillas, sucias y llenas de agujeros, y mi sudadera negra, la cual me guardaba muchos recuerdos. Entré al baño, me lavé las lágrimas de la cara y me adecenté como pude.
Cuando ya estaba casi lista, cogí uno de mis viejos pañuelos y me lo até en la cabeza, recogiendo el pelo con una pinza. Me puse los cascos, cogí el abono transporte y salí de casa.
El viaje en bus se me hizo incluso algo largo, pero la música lo hacía más llevadero.
Al fin, llegó la hora de bajarme. Fue el primer sitio al que se me ocurrió ir, uno de los sitios donde empezó todo. Eché a andar, repasando los recuerdos mientras cantaba a pleno pulmón para liberarme. Callejeé mientras, poco a poco, el cielo jugaba con los colores. 
Acabé llegando al fin al parque y lo fui recorriendo muy lentamente, fotografiando lo que realmente me llamaba la atención, sin dejar escapar nada. Caminé por todos sus rincones, sonriendo como una idiota a la par que llevaba los ojos repletos de lágrimas, recordándolo todo.
Cuando empezó a anochecer, decidí volver a casa para coger al autobús aunque, la verdad, no tenía ganas de estar encerrada en una jaula.
Estuve esperando poco tiempo. Subí adentro y me senté en mi sitio de siempre, al lado de la ventana. El autobús iba cogiendo velocidad y las calles se convirtieron en borrones. Aún así, no podía dejar atrás mis pensamientos. Definitivamente, no estaba bien.
Al llegar a mi parada, fui arrastrando los pies lentamente hasta llegar a mi portal. Nada más entrar en mi habitación, tiré la mochila al suelo, dejé la cámara sobre la mesa, encendí la música y me quedé profundamente dormida.
Había pasado un día más. Me sentía más cerca de volver a ser yo, más cerca de sentirme de nuevo feliz.
Más cerca de sonreír sin miedo a llorar. 




Aqua.

lunes, 15 de julio de 2013

Complicar lo incomplicable.

Todo está bien, no hay nada fuera de lugar.
Los días transcurren, uno tras otro, sin que nada malo ocurra.
Al cabo de unas semanas, te das cuenta de que algo no va como se esperaba. Esa tranquilidad comienza a hacerse monótona. Todo parece igual, todo es predecible, nada es complicado.
Entonces... ¿Por qué te detienes y decides que algo no funciona bien?
Quizá busques algo más de complejidad en tus días, algo que pueda hacerlos inolvidables, que los haga especiales, dignos de recordar, que te haga volver a ser tú.
Pero, por más que busques dentro de ti, eres incapaz de encontrar ese "algo" que haga que los engranajes de tu cabeza y de tu corazón se muevan con soltura.
Y, aunque te hayas dado cuenta, aún no es demasiado tarde. Cambia tus días, haz cosas nuevas, lee, pinta, sueña, haz tiempo mientras esperas a tu propio "algo".


Intenta ser feliz.


Aqua.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Todo es cuestión de acordes y de lluvia.

Me despierto rápidamente, de un sobresalto. La tormenta no arrecia y uno de los estruendos me ha arrebatado el sueño. Sin saber muy bien por qué, comienzo a caminar hacia la puerta. La abro con cuidado de no despertar a nadie, ya que aún es de madrugada. "Sólo sigo a mis instintos, no le hago daño a nadie", pienso. La cierro con la misma delicadeza y me dirijo hasta el ascensor. Bajo mis pies, el mármol del suelo se siente frío, casi congelado. Estoy empezando a impacientarme. Al fin, el ascensor llega a mi piso, entro en él y pulso el último botón. Voy a subir a la azotea. Tras unos escasos segundos a la par que interminables de luces titilando, las puertas se abren de nuevo y dan paso a una pequeña habitación en la que sólo hay una puerta y un extintor algo oxidado. Trato de abrir la puerta. Es difícil, está atrancada. Finalmente, consigo abrirla de un empujón que casi me hace caer al suelo. Cuando recupero el equilibrio, observo el juego de luces que está teniendo lugar en el cielo: rayos y truenos inundan el ambiente. La lluvia cae suavemente sobre mi cara, mis manos, mi pelo, sobre todo mi ser. "Parece mentira que estemos casi en verano y aún siga haciendo esta temperatura", digo para mí misma. Mis pies comienzan a entumecerse y mi pijama está totalmente empapado. Aún así, no puedo evitar sonreír: llevaba mucho tiempo queriendo hacer ésto. Doy una vuelta por la terraza. Aunque parezca increíble, hay un precioso jardín, con enredaderas y césped por todas partes. Esta noche no se aprecia todo su esplendor, pero estoy segura de que a la luz del día o en una noche de luna llena es un sitio mágico. Encuentro el lugar perfecto para sentarme en el centro de la estancia abierta. El césped está mojado, pero no importa. Mis manos acarician los hierbajos que hay alrededor. Cierro los ojos. En este momento, sólo estamos la lluvia, la naturaleza y yo. Falta algo. Echo en falta algo importante. Saco el móvil de mi bolsillo con cautela y escojo la canción adecuada para este momento. Comienzan a sonar los primeros acordes de guitarra. Siento cómo un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Ahora sí que está todo completo. Al fin lo he conseguido. Ahora tengo tiempo, tiempo para encontrarme a mí misma. 









Aqua.

jueves, 14 de marzo de 2013

"Vamos a cambiarlo todo".


Nunca prometas nada que no puedas cumplir; mintiendo, engañando, sólo puedes hacer daño a la persona a la que estás creando ilusiones.

Nunca digas "te quiero" si no es lo que sientes. Los sentimientos dicen mucho, no los malgastes, no intentes crear algo que no es real. Vive las emociones, deja las cosas claras. Sino, todo puede pagarse muy caro. 

No trates de hacer ver a los demás que algo no te importa y mucho menos cuando es mentira. Si algo te importa, hazlo ver cuando merezca la pena. Es cosa tuya y del tema que dicha importancia concierne. 

Nunca saques de lugar algo que no tiene tanta relevancia. Si no la tiene, ¿por qué exagerarlo? ¿No ves que así lo agravas más?

El mundo está lleno de idiotas. No te conviertas en uno de ellos, abre bien los ojos. 

Ten mucho cuidado de las palabras que salen de tu boca, aunque sólo sean palabras y con el tiempo se olviden, pueden llegar a causar daños irreparables, ya sea sin querer o proponiéndoselo.

Recuerda mantener siempre la calma, no pierdas los estribos por nada. No te enfades, pero no olvides tan fácilmente. Si no pierdes el control, acabarás pasando desapercibido. Puede que, en ocasiones, si no sacas tu rabia interior, no seas capaz de ser tomado en serio, pero siempre es mejor que meterse en una pelea infinita para tratar de vencer, de llevar siempre razón aunque no se tenga. Defiéndete, pero no ataques.

No permitas que nada ni nadie altere tu forma de pensar. Las personas influenciables son débiles, blancos fáciles, es demasiado sencillo ver sus puntos flacos. Sé fuerte, llora cuanto necesites, pero levántate, no te rindas ante tus objetivos, ten ambición, alcanza tu felicidad sin pisotear la de otros.

No es bonito ver destrozado a alguien, procura ayudar a los demás, no te unas al placer de hacer daño a una persona. Si quieres ser feliz, haz feliz a los demás siempre que puedas. 

No dejes apartada tu sonrisa. El mundo está lleno de sonrisas falsas que tratan de ocultar grandes pesares. No te transformes en una más, haz que la tuya sea verdadera, hasta las más pequeñas cosas pueden sacar lo mejor que llevas dentro. 

Trata de ser lo mejor que puedas. Muchos tratarán de hundirte, de quitarte hasta la más mínima posibilidad de hacer algo bien. Sé mejor que ellos, sé tú mismo, confía en ti.

No tengas miedo de equivocarte. De los errores se aprende, se sacan soluciones, nos mejoran. Los errores no son tan malos a fin de cuentas. Sin ellos, no podríamos disfrutar de la deliciosa libertad de enmendarlos.






Aqua.

martes, 26 de febrero de 2013

Mi utopía personal.

En nuestra sociedad actual, nadie se preocupa por nadie, sólo nos interesa el bienestar propio, estamos demasiado ocupados para que lo que pase a nuestro alrededor nos afecte de alguna manera. Decidimos escoger el "ya lo hará otro", ya que nuestras vidas son demasiado cómodas como para movernos. Somos una masa que parece no tener identidad, que no se para a admirar las cosas, que lo destruye todo a su paso. Ya sea de una manera u otra, somos la plaga del planeta. Vivimos en una sociedad llena de prejuicios en la que cuenta más el aspecto físico de una persona que cómo sea realmente. Se hacen las cosas porque están de moda. Se vive con miedo a decir algo que no pueda gustar a los demás. Echamos la culpa de nuestros problemas a otros, creyéndonos inocentes de hechos que, de no ser por nosotros, nunca habrían tenido lugar. Somos una sociedad de masas: queremos que otra persona nos haga la vida más fácil. Somos la copia de una copia de otra copia.

Por ello, mi sociedad ideal es una sociedad justa, tolerante, libre y de pensamiento. Una sociedad en la que nos preocupemos de no destruir lo que nos queda, que respete a las personas, una sociedad en la que seamos capaces de pensar por nosotros mismos sin que introduzcan otras ideas en nuestras cabezas, una sociedad en la que haya total libertad de expresión, en la que se eduque a la juventud para que sea aún mejor que la generación anterior, una sociedad de libre creencia, en la que asumamos la responsabilidad de nuestros actos. A fin de cuentas, no hay nada mejor que una sociedad en la que podamos ser nosotros mismos.


domingo, 24 de febrero de 2013

Recuerdos.

A veces, algo tan sencillo como una endiablada carta puede hacernos recordar millones de momentos inolvidables con el autor de ésta. 

Al leerla, pueden experimentarse llanto, risa o sonrisa de añoranza. ¿Qué ocurre si se mezclan las tres? Que, evidentemente, hay algo que falla, algo que falta. Si no te importase, no estarías siquiera leyendo la carta. Entonces... ¿Qué es lo que va mal? ¿De qué hay que preocuparse? 

¿Acaso echas de menos a la persona que en un día fue importante para ti? ¿Quizá echas de menos que alguien se preocupe por ti de esa manera? ¿Echas de menos sentir? ¿Echas en falta esos pequeños detalles? ¿Te sientes vacío y te lo han recordado?

Hay cosas que, aunque lo intentemos, es imposible sacar de nuestra memoria, de nuestros corazones, porque son recuerdos vivos, latentes, que mantienen viva la relación con los demás, ya sean buenas o malas relaciones, siguen siendo una unión. Sin uniones, no seríamos más que cuerpos vacíos que vagan sin otro objetivo que el de vivir para ellos mismos. 





No quiero ser un cuerpo vacío.








Aqua.